Si tu vida fuera una película, ¿qué personaje serías?
¿El aventurero que no teme a los riesgos? ¿La víctima de las circunstancias?
¿El perfeccionista solitario que todo lo quiere controlar? ¿El adicto al trabajo?
¿Tal vez el que busca amor, pero teme al compromiso?
¿El eterno optimista o el que siempre imagina lo peor?
La ansiedad muchas veces se esconde detrás de estos personajes que interpretamos sin darnos cuenta.
Maestros de Story Telling
Somos maestros del storytelling, el arte de contar historias para expresar emociones, experiencias e ideas. Es una parte esencial de nuestra vida cotidiana y clave en la construcción de nuestra identidad. Por eso nos encanta escucharlas y contarlas: disfrutamos ir al cine, leer novelas, observar la vida de otros, conocer sus emociones, admirar cómo enfrentan situaciones cotidianas o incluso juzgar sus acciones. Nos atrae ser espectadores anónimos de vidas extraordinarias, porque las historias nos ayudan a dar sentido a nuestra realidad, nos movilizan, nos conmueven y despiertan nuestra imaginación y curiosidad.
Actualmente no es tan común reunimos a contar historias, lo hacemos más de manera constante a través de imágenes, razón por la que nos enganchan las redes sociales, debido a que logra aquella «famosa satisfacción inmediata» y de paso, nos da la percepción de pertenecer a aquel mundo de «fantasías colectivas», que nos lleva a compararnos y ser parte de grupos; necesidad innata en el ser humano. Sin embargo; en ocasiones son dinámicas que no generan bienestar, al despertar en nosotros diferentes personajes inconscientes.
El poder de las historias que nos contamos
A continuación, vamos a analizar dos casos hipotéticos que reflejan comportamientos comunes en consulta que nos ayuden a comprender la existencia del -Story Telling interno.
Nos enfocaremos en la importancia de los discursos que marcan nuestra percepción de la realidad, y el poder que tienen en la construcción diaria de nuestra identidad, al influenciar la forma como nos relacionamos, y a su vez, su función como abono para el terreno de nuestro comprensión del futuro.
Caso 1: Bruno, detective emocional
En el primer caso, tenemos a Bruno, quién en diferentes momentos -al principio sin darse cuenta-, asume un rol de detective durante el día al revisar su Instagram repetidas veces, con el fin de encontrar «historias» o «highlight» que le den alguna «pista» para resolver el misterio del ¿por qué? su ex; decide irse sin explicación. En este caso, alguna foto o comentario que respalde la creencia; de que su cambio repentino, se debe a una tercera persona, siendo -esa persona en cuestión- la culpable de la ruptura.
Caso 2: Lucía, entre el deseo y el miedo
Por otro lado, está Lucía, quien en enero de este año atravesaba un momento crucial en su vida. Se encontraba en una relación en la que era profundamente feliz y con la que deseaba construir un vínculo estable. Junto a su pareja estaban formando un hogar, esperando la llegada de su primer hijo, y proyectando un futuro en común.
Sin embargo, ese deseo tan legítimo de que “las cosas funcionen” también activaba en ella antiguos temores: el miedo al abandono, a repetir patrones del pasado, o a que la felicidad no durara. En este escenario, Lucía comienza a tejer internamente un relato que oscila entre el anhelo profundo de estabilidad y la sospecha constante de que algo puede salir mal. Así, su storytelling interno se convierte en una lucha silenciosa entre lo que espera y lo que teme.
Todo marchaba bien, hasta que al inicio del embarazo comenzaron a surgir dudas y conflictos internos. Las discusiones con su pareja se volvieron más frecuentes, y Lucía no lograba entender del todo por qué. Después de todo, tener un hijo había sido una decisión tomada en conjunto, parte de un proyecto compartido de vida y familia.
Conversación profundamente reveladora
Una noche, Lucía tuvo una conversación con su pareja recuerda con gratitud por la sinceridad con la que su pareja se expresó. Él le dijo con claridad: «Estoy seguro de que serás una gran madre. Sé que nuestro hijo es muy afortunado de tenerte». «Lo que me preocupa no es tu capacidad de criarlo, sino que no te permitas hacerlo conmigo. Estoy convencido de que sola lo harás muy bien. Lo que no tengo tan claro es si me permitirás estar a tu lado en ese camino.»
Al principio, Lucía no comprendía del todo lo que su pareja intentaba decirle. Su reacción inicial fue el enfado. Sin embargo, en el fondo sabía que había algo de verdad en sus palabras. Con el paso de los días, y gracias a momentos de introspección y algunas sesiones de terapia, comenzó a deshilvanar una gran historia que llevaba años contándose. Fue así como identificó su storytelling interno: un relato que había construido sobre sí misma de una mujer autosuficiente, fuerte, que no necesitaba de nadie.
Durante años, había sostenido con firmeza la idea de que podía sola. Se veía a sí misma como una mujer independiente, con una hija maravillosa de 13 años, una carrera profesional exitosa, una vida social activa, viajes y una aparente plenitud. En su guion, era una “súper mujer”. Tener o no una pareja no parecía marcar ninguna diferencia en su vida.
Pero aquel comentario de su pareja seguía resonando en su mente. Fue como un balde de agua fría. Poco a poco, empezó a ver con más claridad: detrás de ese personaje idealizado, habitaba una mujer con miedo. Miedo a la incertidumbre de ser madre de nuevo a los 42 años. Miedo a no tener el control. Miedo, también, a abrirse a la posibilidad de necesitar al otro, de depender —aunque fuera por un tiempo— emocionalmente o en las decisiones cotidianas.
Cara a cara con los fantasmas
Lucía se encontró cara a cara con sus fantasmas, comprendiendo que muchas veces, nuestras narrativas más admiradas esconden nuestras mayores vulnerabilidades. Depender de alguna manera; era su película de horror: su miedo más profundo, el fracaso que no encajaba en el guión de vida que había construido. Atentaba directamente contra el personaje que llevaba décadas interpretando: una mujer que no necesitaba a nadie. ¡Vaya personaje!
La verdad era que, en este nuevo momento de su vida, sí necesitaba de su pareja para transitar un embarazo sano y feliz. Esa necesidad comenzó a revelarse poco a poco, al ritmo del torrente hormonal que subía a su cerebro, llevándola por una montaña rusa emocional: intensos llantos por cosas mínimas, pero también destellos de ilusión y energía al imaginar el futuro.
Comprendió que no todo podía ni debía controlarlo. Aprendió a reconocer su necesidad de apoyo y amor. Mes a mes, comenzó a delegar tareas y responsabilidades que, aunque tal vez podría asumir, ya no tenía por qué hacerlo sola. Permitirse recibir ayuda le permitió fortalecer su vínculo y también a él el espacio para descubrir su rol como pareja y como padre.
Además, el embarazo trajo consigo un cambio inesperado en su funcionamiento mental: una notable disminución en la concentración y la memoria. Su cerebro, ahora enfocado en la empatía y el desarrollo de una nueva vida, la obligó a replantearse su imagen habitual de eficiencia y control. Fue un sacudón: una confrontación directa con su autoimagen de siempre. Pero también, un camino de apertura y transformación hacia una forma más amorosa y real de verse y ser vista.
¿Qué historia estás repitiendo sin darte cuenta?
Las historias de Bruno y Lucía ilustran el valor de hacer una pausa, ya sea impuesta por las circunstancias o tomada por decisión propia. Lo esencial es elegir dedicarnos tiempo y reflexionar sobre nuestra naturaleza y realidad. Es en ese espacio donde podemos preguntarnos si la vida que llevamos realmente nos pertenece o si ha sido el resultado de una cadena de eventos que nos arrastraron sin plena conciencia. Identificar su Storytelling interno, los llevó a liberarse de los personajes que han construido para adaptarse o protegerse, abriendo la posibilidad de crecer emocionalmente y empezar a construir una versión de sí mismos más auténtica y feliz.
Tu historia puede cambiar
En el abordaje terapéutico de la ansiedad, es común utilizar ejercicios de escritura consciente que ayudan a detectar automatismos mentales. Estos patrones suelen estar arraigados en creencias irracionales o inconscientes que generan pensamientos desadaptativos cuando enfrentamos situaciones desafiantes o fuera de nuestro control. Dichos automatismos configuran maneras inconscientes de percibirnos a nosotros mismos.
A estos patrones los llamo «personajes». Son roles que, en algún momento, cumplieron una función protectora o facilitaron el avance personal. Sin embargo, es fundamental revisarlos, ya que también pueden alimentar la ansiedad e impedirnos asumir con responsabilidad nuestras emociones frente a las dificultades. En consecuencia, desvían o postergan nuestro crecimiento y el proceso de sanación emocional.
Compartir para sanar
Buscar espacios de conversación —con profesionales, con tu pareja, con la familia o incluso contigo mismo— puede marcar una gran diferencia. A través de la reflexión y la atención plena, podemos empezar a salir de esos automatismos mentales que nacen de creencias limitantes y abrir paso a pensamientos más conscientes, útiles y auténticos, sin presiones ni exigencias.
La escritura es una poderosa herramienta terapéutica. Poner en palabras lo que sentimos nos permite ordenar, comprender y, muchas veces, aliviar la carga emocional. Gestionar nuestras emociones facilita crear nuevos personajes internos, más amables y auténticos, siendo protagonistas conscientes de nuestra historia.
Comparte tu experiencia, porque al hablar de ansiedad juntos, rompemos tabúes y creamos una comunidad donde sentirse comprendido es posible. Regalo que podemos ofrecernos desde hoy: detenernos, escucharnos y asumir con más amor, libertad y consciencia el proyecto de vida que estamos construyendo. Avanzar, o realizar cambios, con respeto y cuidado.
La mente es un terreno fértil para los pensamientos; siembra la mejor historia, la mejor realidad, gasta tu energía en construir mejores mundos; en pequeñas victorias.
Los invito a hacer una pausa, a tomarse un tiempo para observar el momento presente, no con el ánimo de juzgar o calificar, sino con la intención de acoger lo que somos con mayor consciencia. Se trata de aprender a abrazar nuestros deseos, ilusiones e intereses actuales, reconociendo que quizás ya no son los mismos que hace algunos años, y está bien que así sea. Dedicar unos minutos en las tardes o noches para escuchar nuestros propios discursos internos —esos que moldean nuestra percepción de la realidad y que influyen directamente en la construcción diaria de nuestra identidad— puede ser un acto profundamente transformador. La forma en que nos hablamos y narramos nuestra historia impacta directamente en nuestro bienestar y desarrollo personal.

💡 Reflexión final:
¿Este personaje me ayuda o me limita?
¿Qué necesita para sentirse más tranquilo o en paz?
Este enfoque no solo te permite identificar qué piensas y sientes, sino también desde qué parte de ti estás hablando. Con el tiempo, reconocer estos «personajes» internos te dará más libertad para elegir quién quieres ser en cada momento y construir bienestar permanente.
Anímate a escribir sobre tu experiencia con la ansiedad. Compartir lo que vives no solo alivia, también puede ser justo lo que alguien necesita leer para sentirse acompañado.
Hagamos que hablar de lo que sentimos sea cada vez más normal, porque abrirnos también es una forma de cuidarnos.
¿Te animas? Envía tu escrito a: escritos@tecalmas.es.Un abrazo.
TeCalmas.es
Imagen by: @eve_art_proyect
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